sábado, 2 de mayo de 2020

Fanfic ┃ Lovefool



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Parejas: Nino x OC
Personajes: Ninomiya Kazunari, Shiori (OC)
Género: Angst, Altern Universe, Experiencias amorosas
Categoría: PG13
Extensión: One Shot.
Resumen: Ninomiya Kazunari recuerda amargamente sus experiencias en el amor, creyendo que todas han sido malas y aquello tal vez no era para él. Sin embargo, un encuentro casual hace que se lo piense mejor, y desentierre recuerdos que le enseñen lo contrario.

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No sé cómo habíamos llegado a tal punto, pero ambos estábamos cansados. Las peleas se habían convertido en la rutina de nuestra relación. El amor que sentía por Asuka ahora era tan solo rencor. Yo también sabía que ella no me amaba, lo sabía porque hace mucho que su mirada había dejado de brillar para mí, hace mucho que sus besos eran tan sólo un contacto superficial.
Sin embargo, seguíamos juntos. Acostumbrados a estar uno con el otro, incluso si aquello significaba destruirnos mutuamente. Y las mentiras eran solo remiendos temporales que sostenían esa relación. Incluso si ambos sabíamos que era falso, nos aferrábamos a ese “amor”.

Pero nada es eterno, ni siquiera los “te quiero” que escondían el vacío de nuestras almas. Nunca quise perder de esa forma, pero Asuka fue quien tuvo el valor de liberarse de esa prisión antes. Terminó conmigo como le fue posible, de la forma más fácil y cobarde, sin dar explicaciones, sin dar un adiós; ella supuso que yo asumiría la culpa de todo ese desastre. Y por un tiempo me quedé en medio de aquello, confundido entre recuerdos, entre caricias que llegaban a helarme el corazón, acompañado del solitario reflejo de las nubes desdibujándose en el cielo. Era tan solo yo rodeado de los escombros de ese amor desgastado. Poco a poco, débilmente, fui recolectando las piezas y me encontré no sólo con nuestro primer “te amo”, sino con muchos otros que había pronunciado antes de conocerla. Entonces recordé el sabor amargo que había dejado cada amor en mis labios.


Mi primer beso fue a los 16. A pesar de ser un muchacho escuálido que poco llamaba la atención conseguí que una chica madura me guiara en ese camino tan inestable. Myu era una universitaria que pasaba las vacaciones de verano en su ciudad natal. Y yo, pues yo era su vecino, el adolescente que pasaba las tardes arreglando su jardín con tal de verla, mientras ella me contaba una y mil historias, aderezadas con exageraciones acerca del mundo universitario.
A los padres de Myu no les molestaba que yo la invitara de paseo, no me veían como una amenaza. Salíamos durante todo el día, sólo a pasar el tiempo en algún parque porque no teníamos dinero. Siempre me pregunté porque ella salía con alguien como yo. Ella era bastante simpática y había muchos chicos más apuestos que yo, chicos más maduros y que eran capaces de tomarla de la mano sin pedirle permiso tontamente. Pero Myu disfrutaba jugar conmigo, disfrutaba de llenarle la cabeza de ideas innombrables a un chiquillo. Y yo también, me consideraba afortunado de tener alguien que me enseñe a besar, en lugar de hacer el ridículo en el intento.
Yo la esperaba cada verano. Pero un año llegó en invierno y ya no era la chica risueña que me sonreía confusamente. Myu se había convertido en una mujer de expresión seria, había abandonado el maquillaje y había cambiado sus bolsos estilizados comprados en baratas por una pañalera desordenada. La criatura que llevaba en brazos era la prueba de que no volvería a haber nada entre nosotros.

Poco después decidí intentar salir con alguien de mi edad. Y hasta que mi popularidad subiera, resolví aceptar la confesión de Mizuko. Era una niña muy dulce que se sonrojaba con tan solo mirarla a los ojos. Solía hacerme regalos costosos o hechos a mano, pero nunca me sentí cómodo a su lado. Ella siempre se consideraba menos y perdonaba todos mis errores, sin reprocharme nada. Para mí esa relación no resultaba emocionante, además comprendí que le haría menos daño dejándola ir. De seguro encontraría alguien que le correspondiera algún día.

Por un tiempo vi el amor como un extraño, algo que simplemente no encajaba conmigo en esos momentos. Pero cuando entré en la universidad, conocí a Yasumi, fue lo que podría llamarse amor a primera vista. Yasumi era diferente de todas las chicas que había conocido hasta ahora, ella no necesitaba promesas absurdas, ni sentimentalismos sin sentido. Me costó mucho conseguir llamar su atención. Pero me arriesgué a confesarme cuando terminamos el primer año.
Yasumi fue la persona con quien expresé al máximo mis sentimientos. Fue la primera vez que me sentí como un tonto enamorado, pero no me importaba, no mientras ella permaneciese a mi lado.

No me había preguntado si ella sentía ese amor con la misma intensidad hasta aquel día. Cuando después de que cancelara nuestra cita, yo deambulara solo por la ciudad. Me encontré con su sonrisa, con sus manos sujetas a un tipo altanero y esos labios que ya no me pertenecían.
No me gusta recordar al “yo” de ese entonces, porque ese “yo” se despojó de todo lo importante, derramó mi dignidad por los suelos mientras le imploraba a ella que se quedara. Como si ella fuera la única, como si nunca más en la vida pudiera encontrar a una mujer como ella. A Yasumi poco le importaron mis sentimientos, no le costó nada repetirme hasta desgarrarme el alma que amaba a otro. Tiró todo a la basura, nuestras promesas y los recuerdos de noches juntos y besos sin fin.

Entonces el amor ya no sólo era un extraño sino un impostor, era una farsa sin sentido.


Comencé a trabajar como una persona normal, sin pensar mucho en las relaciones interpersonales, adquirí experiencia y con ella sabiduría. Me embriagué de la esencia de varias mujeres, una danza vacía y carnal, que ya no era capaz de herirme. Pero en mi camino descuidado y borroso se atravesaron de nuevo las dudas y un día desperté con el deseo de amar genuinamente otra vez, llegué a comprender que lo que había vivido le pasa a cualquiera, que no existe persona alguna que no haya sufrido por ese extraño sentimiento que llamamos amor. Pero aún así muchos lo seguían buscando , recolectando heridas y dolor. ¿Por qué debería yo dejarme vencer?
El amor no tocó mi puerta de buenas a primeras, era como si estuviera resentido conmigo por haberlo maldecido tantas veces. Pero una mañana mientras contrataba al nuevo personal de salud para nuestra empresa, la conocí.

La relación entre Asuka y yo fue madura desde un principio, estar con ella era seguir los protocolos de pretendiente, pagar la cuenta en los restaurantes, cubrirla con mi chaqueta en los días de frío, darle regalos de cumpleaños y un día preguntarle formalmente si quería salir conmigo.
Asuka era una doctora principiante y segura de sí misma, ella me enseñó que los golpes duros de la vida uno debe enfrentarlos a pesar del miedo, comprendí lo que es la determinación cuando la conocí. Es por eso que la amaba, porque sentí que si permanecía con ella, entonces haría lo correcto no me perdería nunca más.
Pero aún así llegamos a este punto, y me siento triste igual que siempre…me siento solo.
Debo admitirlo, esto es mi culpa. Así como lo fue en todas mis relaciones anteriores, cuando no tomaba en serio los sentimientos ajenos, cuando le daba mayor importancia a los míos, cuando veía a la persona que amaba simplemente como un apoyo y cuando utilicé a mis compañeras para llenar el vacío que yo mismo creaba.
Pero esta vez no podía dejarlo así, no podía dejar ir a Asuka como si nada.

Era la mañana en que cumplía mis treinta, algo desolada y fría. Decidí sorprender a Asuka en el trabajo y fui al hospital, compré un ramo de rosas que sabía que son sus favoritas con la intención de pedirle perdón.
Asuka era una de los más reconocidos doctores de ese hospital por lo que era difícil ubicarla. Pedí que la llamaran y me senté en recepción a esperar. A mi alrededor habían varias personas, algunas con caras de angustia, otras enfrascadas en un mundo invisible para mí.

- Viene a buscar a la Doctora Asuka? – me preguntó una mujer de avanzada edad.
- Así es.
- Que hermosas rosas, le encantarán.

Le sonrío nerviosamente mientras desvío la mirada, una enfermera acompaña a una muchacha esbelta de suéter rojo, se me hace conocida. La veo palpar el asiento en frente de ella y sentarse delicadamente en frente mío. Me doy cuenta de que está ciega.

- Shiori… – Ella cambia su expresión un poco desorientada.
-¿Shiori, eres tú?
-¿Eh?... – ella se pone de pie - ¿Ni…Nino?

Mi corazón golpea mi pecho sin cesar, ¡por Dios es ella!... y no me ha olvidado…
Creo que es la única a quien no había recordado, obviamente mi mente aún mantenía su recuerdo, pero no había querido ensuciarlo evocándolo en mis noches de tormento.

Fue cuando yo tenía 17, una fiesta en la playa de jóvenes alborotados, donde yo apenas mantenía los rastros de Myu en mi mente. Shiori era la chica callada que no deseaba estar ahí, a quien sus amigas habían convencido de asistir. Por casualidad me tocó sentarme junto a ella alrededor de la fogata.

- Hace frío ¿no crees? – dije para iniciar conversación. Ella sólo asintió.
- ¿Te gusta la fiesta?.. Está divertida.
- ¿Eso crees?
- En realidad no. Es un poco extraño estar rodeado de tanta gente.
- Para mí también. Pero prometí que me quedaría.
- A tus amigas...
- Así es.
- No tienes por qué obedecerlas en todo, si no te gusta estar aquí, ellas no pueden obligarte. – Shiori frunció los labios, algo desconcertada.

- ¿Quieres que te lleve a casa?
- Pero…
- Anda, salgamos de aquí. – Sin decir más me puse de pie y extendí mi brazo, apenas sentí su mano contra la mía la sostuve con fuerza y la ayudé a pararse. Nos escabullimos fuera de aquel alboroto.
En el camino hablamos de tonterías y comencé a pensar que era alguien realmente sensible, cuando llegamos a su casa había comenzado a llover. Ella se despidió dulcemente, sin embargo, antes de cerrar la puerta me pidió que esperara, corrió a traerme un paraguas.

-Gracias por lo de hoy. – Asentí, lo que deseaba decirle por alguna razón no pudo concretarse.

Cuando volví a verla en el colegio, no fui capaz de hablarle y ella parecía haberme olvidado, dejé escapar aquellos sentimientos que habían nacido en mi interior aquella noche.


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- ¿Lo recuerdas? Esa noche…
- ¡¡Por supuesto!!... llovió bastante, me preguntaba si habías llegado a salvo a casa. – Sonrío bobamente, agradeciendo que ella no sea capaz de verlo.
No sé como terminamos aquí, en las afueras del hospital caminando despreocupadamente como una pareja de ancianos.

- ¿Y ahora vives aquí en Tokio?
- Así es. Tengo un pequeño apartamento en el oeste de la ciudad – me responde todavía con ese brillo en sus ojos - Es pequeño pero confortable.
- Yo vivo de alquiler en un edificio en el centro. Apenas eso alcanzo a pagar con mi sueldo de oficinista
- ¿En serio?... me alegra mucho Nino, de seguro te esfuerzas mucho en el trabajo.
- Sí, bueno…
- ¿Por qué viniste al hospital?... ¿Estás enfermo?
- No, no es eso – digo dudoso recordando las flores que abandoné en la recepción - debía solucionar algo pero… tal vez sea muy tarde.
- No lo creo, deberías intentarlo de todos modos. Así no te quedará cargo de consciencia.
- Es que no sé si quiera intentarlo.
- ¿Estás dudando? – pregunta ella y sus pupilas se ven repentinamente claras, sinceras. - Yo… todavía recuerdo al Nino de aquellos días, en realidad, me gustabas mucho ¿sabes?... sentí que iba a desmayarme de la felicidad cuando me hablaste esa noche, dudé tanto… y no fui capaz de hablarte de nuevo… me sentía feliz por el detalle que habías tenido conmigo…
- Shiori…
- Es gracioso ¿no crees?... que sea capaz de decir esto ahora.

Permanecemos callados un buen rato mientras la siento suspirar un par de veces. Llegamos la puerta principal y me quedo viéndola. Ella se detiene presintiendo ese hecho.

- Yo… - dice pausadamente - debo irme ahora…
- Puedo llevarte si quieres
- Ve y enfrenta lo que viniste a buscar – me sonríe.
- Shiori…
- Gracias Nino, hoy pude recordar muchas cosas, estuve hablando todo el rato y dije esas cosas incómodas. Pero tú…me trataste como si yo fuera la de siempre, como si…pudiera ver.
-Shiori…
- Perdí la vista en un accidente después de graduarme del colegio, mi vida cambió por completo, pensé que no tenía futuro ¿sabes?... No he olvidado tu rostro en lo absoluto, fuiste mi último amor mientras podía ver y me negaba a dejarte ir… Nino, hoy es tu cumpleaños ¿verdad?... escuché que sales con la doctora Asuka. Hoy es tu cumpleaños y yo no sabía donde hallarte, así que pensé que si venía… podría encontrarte… creí que ya me habías olvidado así que me conformaría con escucharte por casualidad.
- Shiori… - siento mis mejillas húmedas.
- Estoy feliz de haber podido escuchar tu voz otra vez Nino. Feliz cumpleaños. – No lo resisto más, la estrecho con fuerza entre mis brazos. Amo a Shiori, amo esa parte de mí que había perdido hace mucho. Porque ella representa ese amor inocente y escandaloso, cuya forma había olvidado…ese “yo” que me había abandonado mientras caminaba desorientado.

Shiori… siempre me pregunté cómo hubiera sido si te hubiera dicho lo que sentía aquel día, quizás no habría sufrido aquellos golpes ni esas abrumadoras experiencias… pero ahora siento que es eso lo que me permite apreciarte… saber que has estado amándome hasta ahora…


El amor ya no es un extraño, es un viejo amigo que ha estado haciendo viajes, arrastrándome en alguno de ellos para finalmente volver a la estación principal.

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